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Las Llenadoras-Embotelladoras de vino son fundamentales en el proceso de la elaboración del vino.
Con estas máquinas se evita la existencia de oxígeno de más en la producción vitícola, causa de la oxidación del vino, así como del control de los gases contenidos en el mismo.
Las llenadoras de vino también contribuyen a llenar con exactitud y al mismo nivel las botellas y de proporcionar un seguro y fiable proceso de taponado.
En esta sección puedes hallar una variada y útil selección de máquinas para embotellar vino que satisfarán cualquier necesidad de tu negocio.
Todas estas máquinas esta fabricadas por empresas especializadas y aquí las encontrarás a los mejores precios.
El vino, es una bebida fermentada proveniente de la uva, vitis vinifera, materia prima que se utiliza para obtener toda clase de vinos.
Existen muchos tipos de vinos, casi tantos como técnicas de elaboración que dependen de factores culturales, climatológicos, el suelo, la uva y el propio proyecto del vinicultor.
De las variantes en la relación de estos factores dependen las características y cualidades de color, aroma y sabor del vino.
El vitivinicultor, también conocido en francés como “vigneron”, es la persona que cultiva una viña para producir su propio vino. Es tanto agricultor como productor de vino.
El proceso de producción del vino conlleva varias fases, desde el cultivo y cuidado de la vid, el control de la madurez y la vendimia, hasta la fermentación y embotellado.
Una vez terminada la fermentación, es el momento de preparar el vino para el proceso de embotellado.
Esta preparación comprende los últimos ajustes de la composición química, la filtración final y la modificación de las cantidades de oxígeno y dióxido de carbono disueltos en los vinos.
La preparación de mezclas, clarificación, estabilización y el ajuste de la acidez no deben considerarse como operaciones de acabado.
Por tanto, deben ser llevadas a cabo en pasos anteriores al embotellado.
Una vez realizadas estas operaciones, el vino, ya sea vino blanco o tinto, puede ser embotellado para la venta o bien añejado.
El añejado es el proceso conocido también como crianza,
Se puede realizar en toneles de madera de roble, que añade sus sabores y aromas complejos, o acero inoxidable, que mantiene un mayor sabor frutal.
Los principales componentes de las embotelladoras para vino son, por lo general, equipos para quitar polvo y enjuagar las botellas, máquinas de llenado, máquinas para insertar el corcho, máquinas para etiquetar y máquinas para poner la cápsula y envolver.
La línea de embotellado puede variar desde una operación manual, en la cual varias personas manejan cientos de botellas por hora, hasta una automática, con dos o tres operadores manejando varios cientos de botellas por minuto.
Algunas instalaciones se colocan en línea recta, con los materiales yendo de uno a otro extremo, y también es común extenderlo en forma de U, con las botellas terminadas volviendo a un punto cercano a aquel en el que, al principio, fueron descargadas de sus cajas.
Los componentes más importantes del embotellado se colocan en una sala separada.
Esta sala debe estar diseñada especialmente para una fácil limpieza: con suelos alicatados y paredes alicatadas o cubiertas de paneles de acero inoxidable.
Es conveniente que estos espacios se mantengan en una atmósfera estéril -con presión positiva y aire filtrado a través de membranas- y que no estén situados en zona de paso.
Así se eliminarán las posibles entradas de elementos externos y contaminantes.
Ya sea que se trate de un vino joven o un crianza, después de embotellado el vino debe someterse a una segunda crianza que varía desde unos pocos días a varios años.
Esto definirá el carácter de los vinos jóvenes o los añejos de mayor calidad.
Uno de los factores que ayudan a conservar el vino es la coloración de la botella.
Este coloreado protege al líquido de la luz directa o la acción de la radiación ultravioleta sobre algunos componentes químicos del vino que pueden destruirse ante la acción de la luz.
Es importante que no olvides que el vino es un ser vivo y que seguirá evolucionando en el interior de la botella hasta su momento óptimo de consumo.
Si quieres ver un proceso de embotellado de vino a nivel industrial, te sugerimos que veas este vídeo.
Las máquinas llenadoras de botellas, también llamadas embotelladoras, tienen por principal misión introducir el mosto o vino en el interior de las botellas, alcanzando un nivel adecuado de llenado en función de la capacidad de las mismas y de su temperatura.
Las llenadoras de vino garantizan también las condiciones de estabilización de los vinos embotellados.
Según su proceso de funcionamiento, las embotelladoras pueden ser:
Hay también interesantes modelos de sobremesa para pequeñas producciones de vino.
Todas las llenadoras poseen un depósito acumulador del líquido a embotellar.
Este depósito está situado, generalmente, en la parte superior de la embotelladora.
Bien por acción de la gravedad, ejerciendo presión en el depósito o por vacío en la botella, el líquido es empujado desde ese depósito hacia los elementos de llenado.
De ahí el líquido es conducido a un sistema de circulación de botellas -en las máquinas semiautomáticas o automáticas- y, finalmente, a un conjunto de grifos, caños o boquillas de llenado.
Estos grifos pueden estar colocados en línea en las máquinas manuales o bien en círculo en las embotelladoras semiautomáticas y automáticas.
Son los elementos más importantes de las máquinas llenadoras.
Cumplen los siguientes requisitos:
Para ello hay un límite de velocidad de llenado que no se debe superar las 250 botellas / hora y boquilla.
Las diferencias entre estas máquinas estriba fundamentalmente en los sistemas de boquillas de llenado utilizados.
Estas máquinas tienen un funcionamiento muy simple.
La llenadora introduce en las botellas vacías un volumen de líquido predeterminado, con un reducido margen de error del orden de 2 a 5 por 1.000.
Esto supone un sistema de llenado realmente preciso.
El inconveniente está en que las botellas nunca contienen el mismo volumen, aunque procedan de la misma vidriera y de la misma partida de fabricación.
Por consiguiente, siempre se obtendrá un nivel de llenado diferente de las botellas y esto, a nivel de negocio, es un elemento insatisfactorio.
Existen tres tipos de máquinas llenadoras volumétricas, clasificadas de acuerdo al tipo de sistema utilizado en las boquillas de llenado:
De cubilete
Dentro del depósito de líquido hay unos recipientes o cubiletes, que son tantos como boquillas de llenado contiene la máquina.
La medición del volumen de cada botella se hace por inmersión de esos cubiletes en el depósito de líquido hasta su rasero, siendo a continuación transferido el líquido que contienen a las botellas a través de las boquillas.
De pistones fijos
Entre el depósito de líquido y las boquillas hay situados unos conjuntos de cilindro-pistón.
Estos son regulables en altura, lo que permite dosificar con exactitud la cantidad de líquido a llenar.
El movimiento alternativo del pistón aspira el líquido del depósito y lo impulsa hacia las botellas a través de las boquillas.
De pistones comandados
Unos conjuntos de cilindro-pistón alternativos aspiran el líquido a embotellar desde el depósito, cuando la posición de una válvula situada entre éste y la botella lo permite.
Seguidamente el líquido es impulsado cuando el pistón desciende y la citada válvula cambia de posición, introduciendo el líquido dentro la botella vacía.
Un dispositivo colocado en las boquillas permite la salida del aire contenido en las botellas mientras éstas se van llenando.
Asimismo disponen de un sistema de reparto del líquido en su salida, para que éste se vierta de forma laminar y regular por las paredes de las botellas.
Este tipo de máquina para embotellar vino resuelve el problema de las llenadoras volumétricas.
Con ellas se consigue una perfecta nivelación del líquido embotellado, incluso cuando el volumen y la capacidad de las botellas no son siempre exactamente los mismos.
Estas máquinas se subdividen en varios tipos:
Funcionan según el principio de los vasos comunicantes.
El líquido pasa a través de un tubo en forma de U invertida o sifón, que comunica por un extremo el depósito del líquido y, por el otro, la botella a llenar.
Mediante este proceso se consigue que, al final del llenado, se haya obtenido exactamente el mismo nivel entre el líquido contenido en el depósito y el de la botella llena.
La eliminación del aire contenido en las botellas en la fase de llenado se realiza mediante un dispositivo situado en la boquilla.
El inconveniente de estas máquinas es la lentitud del proceso, especialmente en la fase final del llenado de las botellas.
Dentro de esta categoría de llenadoras las hay de 2 tipos:
A pesar de la evidente simplicidad de su funcionamiento, el uso de estas máquinas no está excesivamente generalizado, ya que que presentan una relativa falta de garantía de eficacia en el llenado.
Estas máquinas contienen una sola cámara o depósito de alimentación del líquido y mantienen la misma presión entre la citada cámara y la de las botellas durante la fase de llenado.
Dicha presión puede ser igual a la atmosférica, o bien situarse por encima o por debajo de la misma, a criterio de los resultados pretendidos en las propiedades y características del vino a obtener.
Estas embotelladoras, en cambio, funcionan siempre a niveles de la presión atmosférica.
El depósito del líquido está situado por encima de las boquillas de llenado.
El líquido baja hacia las botellas por acción de la gravedad y con una velocidad correspondiente a la altura de llenado del depósito a la que estén; a más altas, mayor velocidad.
Por su parte, las boquillas disponen de unas juntas de estanqueidad para acoplarse a las bocas de las botellas y asegurar un perfecto sellado, sin dar lugar a pérdida alguna de líquido.
Además, disponen de un tubo de salida del aire en la botella a llenar, siendo este tubo regulable para determinar la altura de llenado de las botellas.
Son máquinas muy parecidas a las llenadoras de gravedad.
El depósito de líquido permanece herméticamente cerrado, aplicando en su interior un ligero vacío del orden de 500 mm de altura de agua.
Este vacío facilita la evacuación del aire contenido dentro de las botellas durante la fase de llenado, sin aumentar en ningún caso la velocidad del mismo.
Se mantiene, por tanto, la misma presión en el interior de la botella y en el depósito de líquido.
Sin embargo, este sistema no es recomendable para los líquidos que contienen anhídrido carbónico, ya que en este circuito de vacío se produce una importante pérdida de este gas.
Estas son las más apropiadas para usar con líquidos con gas carbónico, ya que lo preservan en la fase del embotellado.
Para ello se mantiene sobre los líquidos una determinada sobrepresión, que puede oscilar entre 0,5 a 7,0 atmósferas dependiendo del tipo de producto a envasar.
Para limitar la cantidad de gas de sobrepresión, los depósitos de líquido de estas máquinas suelen estar construidos con forma de anillo, para reducir el volumen de gas contenido.
En el caso de este tipo de llenadoras, el llenado consta de tres etapas:
La presión es exactamente la misma en el depósito y en la botella, siendo por lo tanto un llenado de tipo isobarométrico.
De este modo se evita que el líquido carbónico embotellado entre en efervescencia y se produzcan importantes pérdidas y dificultades en el posterior taponado.
Este tipo de máquinas presenta otras ventajas: impide el llenado botellas rotas e, incluso, la posibilidad de embotellar bajo una atmósfera de gas inerte de anhídrido carbónico o de nitrógeno.
Funcionan creando un vacío en las botellas antes de su llenado.
Este vacío es del orden de 1.000 a 3.000 mm de altura de una columna de agua, que equivale a unos 0,1 a 0,3 Kg / cm².
El vacío se realiza por medio de un tubo instalado en las boquillas de llenado.
El líquido entra en las botellas por aspiración, utilizándose indistintamente los sistemas de sifonado o gravitatorio, hasta alcanzar el nivel deseado en las botellas.
El exceso de líquido retorna al depósito de acumulación de líquido arrastrado por el vacío.
Estas llenadoras se llaman “de presión diferencial” porque la presión del líquido en el depósito y la de las botellas son distintas.
Con esta embotelladora la velocidad de llenado es muy rápida.
Durante el embotellado se produce en general una importante entrada de aire, sobre todo cuando el líquido penetra en las botellas vacías.
La disolución del aire en el líquido es del orden 0,1 a 1,5 cm³ de oxígeno por litro, dependiendo del sistema de llenado utilizado.
Las llenadoras de sobrepresión son las que menos aireación producen cuando se trabaja con un gas inerte como gas de contrapresión.
Las de vacío o de presión diferencial producen más de aireación.
Las que más airean, con diferencia, son las de tipo volumétrico, sifonado y el resto de las de presión diferencial.
Algunas soluciones al aireado pueden ser:
Basta con sustituir, antes del llenado, el aire que contiene las botellas por algún tipo de gas inerte.
De este modo la caída del líquido se produce sobre una atmósfera inerte.
Después podrá rellenarse, incluso, el espacio vacío que queda en el cuello con una nueva inyección de gas.
El gas carbónico tiene la ventaja de disolverse con gran facilidad en el vino, evitando de este modo la sobrepresión que se produce en el momento del taponado.
Por el contrario, puede producir una ligera gasificación en los líquidos embotellados, con la aparición de unas algunas burbujas delatoras al destapar la botella.
El nitrógeno no presenta tanta solubilidad. Esto reduce los efectos negativos del gas carbónico, aunque la presión producida en el taponado sea algo mayor.
Para los líquidos que contienen gas carbónico, la máquina embotelladora ideal es la isobarométrica de sobrepresión o contrapresión.
Para otros líquidos que contienen una ligera cantidad de este gas -entre 200 a 1.500 mg / litro-,se pueden usar otras máquinas distintas, con las que las pérdidas de gas vienen a ser de tan solo el 3 a 8 %, cuando se trabaja a temperaturas situadas entre 15º a 20º C.
El llenado de las botellas puede verse afectado por cambios de temperatura que alterarían el proceso.
Cuando se eleva la temperatura de un líquido embotellado se produce una dilatación. Esta hace subir el nivel de llenado y, por tanto, la presión en el interior de la botella.
Si la temperatura sube rápidamente, se produce una brusca expulsión del tapón. En cambio, si sube lentamente, se provocará una fuga del líquido a través del corcho.
Debes tener esto muy en cuenta cuando tus vinos se embotellen mediante un proceso de calentamiento para su estabilización biológica.
Si las botellas se nivelan de modo incorrecto, puedes tener un grave problema con el cierre de las botellas.
En este caso deberás utilizar un tapón de una altura tal que sea compatible con la altura del vino caliente.
Con el vino a una temperatura de 20º C se respetará el volumen útil de la botella.
Con un enfriamiento el vino se contraerá, bajando de nivel y produciéndose entonces un vacío.
Si la refrigeración es rápida, se hundirá el tapón dentro de la botella. Si se hace de forma lenta, permitirá la entrada aire del exterior en la botella a través del tapón.
Ten en cuenta que siempre conviene dejar un determinado espacio vacío para las naturales dilataciones y contracciones del líquido producidas por los cambios de temperatura.
De este modo evitarás diferencias de presión que pueden afectar seriamente al cierre de las botellas.
Dependiendo del tipo de botella y de su capacidad, te recomendamos un nivel de llenado en función de la temperatura del líquido.
Existen unas plantillas previas o calibres que permiten realizar este ajuste de un modo calculado.
El vino, almacenado en la bodega en depósitos de acero inoxidable, se introduce en las botellas de forma automática. Pero esto no significa que este proceso esté exento de riesgos.
Debes evitar el proceso de contaminación del vino a partir de agentes ambientales como el polvo, determinados microorganismos, etc…
Esta contaminación también puede darse por una mala manipulación, una incorrecta limpieza o una desinfección deficiente de la máquina de llenado.
Te recomendamos que sigas al pie de la letra los programas de limpieza, desinfección y mantenimiento preventivo de los equipos y utensilios.
También debes asegurar una adecuada higiene ambiental de la nave de llenado y una correcta manipulación e higiene por parte del personal a cargo del llenado.
Debes inspeccionar de modo visual la operación de llenado, para evitar todos estos inconvenientes y, si el llenado hubiera sido inadecuado, lo más aconsejable es volver a realizar todo el proceso.
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